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Clasificación zoológica: una explicación elemental



Todo el mundo puede manejar hasta tres conceptos sin contar con los dedos. Una galletita en una mano, una galletita en una mano, una galletita en la boca. Bueno, seamos poéticos y supongamos que tres es nene, mamá, papá.
Cuando el número de elementos sobrepasa lo que se puede manejar mentalmente... los adultos hacemos trampas contando con los dedos.

Pero en serio, cuando uno tiene que manejar más elementos de los que puede representarse claramente, necesita ordenarlos según un sistema.

Sistemática es simplemente la ciencia de los sistemas. (En ese sentido, claro está. Un sistema termodinámico es una cosa totalmente diferente.)

La aplicación de un sistema a los objetos que queremos ordenar dentro de nuestro limitado cerebrito produce una clasificación.

Clasificación zoológica es la clasificación de las especies animales (Es que si las dejamos mezcladas, un día van a encontrar a los científicos o en estado de coma o convencidos de que ellos también son canguros.)

Imagínense que en el momento de escribir esto se conocen (más o menos) un millón, y seguimos diciendo: "¡Qué barbaridad! Las especies se están extinguiendo por deterioro del hábitat antes de que podamos describirlas."

Hay muchos sistemas muy diversos. Los bibliotecarios tienen un sistema excelente que les permite encontrar un libro entre decenas de miles.

Ese sistema aplica varios criterios, como tema, autor, fecha de ingreso. Al usar fecha de ingreso como criterio, no se puede intercalar un libro entrado más tarde entre aquellos a los que corresponde por autor o por tema. Desde el punto de vista físico, los libros del mismo autor están juntos, pero en la clasificación están dispersos. Cuando uno pide un libro a una biblioteca no usa un listado de códigos, usa un catálogo en el cual los libros están ordenados por autor o por tema.

Todo esto es para explicar que la clasificación zoológica, que apunta a completar el conocimiento del reino animal (algún día), que pretende ser lógica y agrupar a los animales por afinidades reales (sólo que nadie es perfecto), es necesariamente un sistema jerárquico.

Más bien que perdernos en explicaciones abstractas, demos un ejemplo.

Tengo un montón de archivos en la carpeta "Mis Documentos". Creo subcarpetas y separo, por ejemplo, la información que uso para escribir artículos, la información que puede servir algún día, las notas intercambiadas con facultades, el papeleo puramente burocrático, algunos textos sobre computación que me sacan de apuro y ese artículo sobre el gamelán de Balí que no quiero perder. Las carpetas se van a llamar, por ejemplo, "Mis papers" "registros", "A Facu" "Papeles" y "Varios".

A medida que sigo acumulando archivos, puedo repartirlos en esas carpetas y si es necesario crear otra vez subcarpetas : "Facu BA" "Facu LP". Eso es un sistema jerárquico.

En realidad es muy parecido a lo que sucedió con le reino animal. Esa carpeta "varios" un buen día tendrá que ser subdividida porque contiene cosas muy dispares.

La clasificación zoológica que se usa en la actualidad fue inventada por el naturalista sueco Carl von Linné, cuyo nombre fue latinizado "Linnaeus". Si buscan en la web, se darán cuenta de que la gente sigue discutiendo cómo tendría que llamarse este pobre hombre.

Linné era botánico, y su clasificación de las plantas, Species plantarum, sirvió bastante tiempo con bastante poca modificación.



La clasificación zoológica no le salió tan bien. Sin embargo, se conservó el sistema jerárquico y la nomenclatura binominal.



Nomenclatura es el sistema usado para poner nombres.

Lo primero que dice la persona de afuera es "¡Ufa! Yo a eso le llamo mosca, le llamo cucaracha, etc."

Sí. Porque no se fijan en los insectos.



A la derecha, la mosca verde o mosca dorada cuyas larvas aparecen en casos de autopsia. A la izquierda, un dolicopódido (Condylostylus sp.?) cuyas larvas predan sobre insectos dañinos. Notarán que las dos son moscas de color verde dorado.

En la segunda mitad del siglo dieciocho, cuando Linné publicó sus trabajos, ya se conocían demasiados animales para estar seguros de lo que significaban los nombres vulgares. Algunos zoólogos agregaban  calificativos como hacen los observadores de aves cuando necesitan desesperadamente un nombre vulgar.

Linné hizo algo mejor. Estableció géneros, y subordinadas a los géneros, especies.

El nombre binominal de una especie se compone del nombre del género y el epíteto o nombre específico (que no es el nombre de la especie: relea detenidamente).

¿Le parece que se podría hacer más simple?

Observe esto:


-¿Lo reconoce?

-Eeeemmm... es un cascarudo.

-De acuerdo: es un coleóptero. Ese es el Orden. ¿Sabe usted a qué familia pertenece?

-A la mía seguro que no. Es demasiado bonito para ser mi suegra.

-Este insectos pertenece a la familia de los hidrofílidos, llamada así a partir del género Hydrophilus, nombre que significa "amante del agua"

-¿No se podría decir simplemente "cascarudo de agua"?

-Ah, pero no es esta la única familia de cascarudos de agua. Los ditíscidos, los notéridos, los girínidos, los élmidos, para nombrar solamente las familias más importantes, también están formadas en su mayor parte (cuando no del todo) por cascarudos de agua.

-¿Y cómo se distinguen los hidro..?

-Hidrófilos como el algodón, sí: no es un mal nombre para los hidrofílidos grandes del género Hydrophilus. Sólo que el de la foto es un hidrófilo mediano del género Tropisternus.

-¿No lo podemos llamar "hidrófilo mediano"?

-A nivel de género, podría ser. Pero hay como treinta (30) especies, de las cuales muchas se encuentran en la Argentina. El género sobre el cual hice mi tesis, Berosus, tiene más de doscientas (200) especies en todo el mundo, con más de 80 en América del Sur y 38 encontradas en la Argentina en el momento de escribir esto. Los Berosus se pueden describir como pequeños hidrofíidos de forma gibosa. ¿Se imaginan enumerar: "hidrofílido giboso de cabeza dorada", "hidrofílido giboso de patas claras", "hidrofílido giboso reticulado", en vez de "Berosus chalcocephalus, B. pallipes, B. reticulatus"?

-
Pero está en latín. ¿No se podría traducir al inglés?

-¿Un millón de nombres, cada uno dependiente de una cascada de categorías que también tienen sus nombres, y además asignados muchas veces de forma arbitraria?

Además, ¿por qué el inglés? Hasta hace un par de generaciones, el idioma de la diplomacia era el francés. El chino es el primer idioma de más personas en el mundo. A mediados del siglo veinte, en estas discusiones siempre se sugería el ruso, aunque en la práctica no se usaba fuera de cierta zona de influencia. Y por fin, los hispanohablantes no seremos una mayoría absoluta, pero no vamos a quedarnos callados y todo el mundo lo sabe.

La clasificación zoológica está basada en palabras latinas como los programas de computación están basados en palabras inglesas.

El poeta Tennysson probablemente se volvería a morir si le presentaran un fragmento de programación diciendo que eso es inglés, ¿verdad?

¿Y ustedes creen que el poeta Ennius comprendería algo de las palabras Prestwichianella macracantha? El nombre del género es una palabra moderna con una terminación latina para indicar derivación. El epíteto es una palabra griega.

La nomenclatura de Linné fue redactada en latín, porque era la lengua internacional usada en aquel momento por las pesonas doctas. Que eran un puñado, en el siglo dieciocho.
 
Usar latín como base para el lenguaje nomenclatorial no es más extraño o menos práctico que usar el inglés como base para un lenguaje de programación.

Es más: el latín tiene la ventaja de ser una lengua muerta.

¿Ventaja? Sí, ventaja.

El latín ya no cambia.

Fíjense en todos los problemas y todas las discusiones que ha traído el uso de la palabra "free" en la web.

En inglés, free significa "libre" desde hace siglos. En el siglo veinte, empezaron a usar "free" en el sentido de "gratuito". Para el final del siglo veinte, las patentes de programas se habían vuelto algo tan arrevesado, que algunas personas se encontraban en una situación de "no, usted no puede usar esto aunque me pague".

En la web, algunos usan "free" para decir "téngalo sin pagar", otros para decir "nadie controla lo que usted escriba/elija", otros para decir "es usted libre de usarlo a cambio de un módico arancel".

¿Y cuando el mismo concepto se expresa con un nombre totalmente diferente?

En los años sesenta, todas las personas con interés por la plástica estaban enloquecidas con las fotos quemadas. Hoy en día, vía Photo-shhhh, ese mismo efecto se hace con la función Umbral.

La nomenclatura zoológica es necesaria porque los nombres vulgares son imprecisos. El uso del latín como base para el lenguaje de la nomenclatura asegura que las acepciones no cambien

 
Ahora bien, el lector se preguntará con todo derecho: Si la nomenclatura zoológica no se rige por las reglas del idioma latino, ¿por qué se rige? Porque no hay sistema sin reglas.

La nomenclatura zoológica se rige por el Código internacional de nomenclatura zoológica, producto de una comisión internacional permanente. Desde el comienzo, se publicó en inglés y francés, y la última versión vino además con texto en castellano.

La primera redacción del código data
de comienzos del siglo veinte. No voy a entrar en detalles, pero las cosas estaban revueltas en serio. Había gente que ignoraba lo que publicaban los otros, gente que corregía la derivación de los nombres de sus raíces latinas o griegas, gente que corregía los nombres porque no eran apropiados para el animal...

Tomemos como ejemplo la tararira, ese pez que devora pejerreyes en las lagunas (y mantiene sanas las poblaciones de pejerreyes, porque se come a los enfermos).

Figúrense ustedes que la tararira fue descripta a partir de un cráneo recogido en uno de esos viajes alrededor del mundo que se hacían en el siglo diecinueve.

Por desgracia, en algún momento se mezclaron las etiquetas. Como el barco también había tocado la costa sudoeste de la India, que en aquel tiempo se llamaba Malabar (más o menos la costa de los actuales estados de Kerala y Kamataka), la criollísima tararira salió llamándose Hoplias malabaricus.

¡NOOVEDADES!
La biología molecular revela que hay nueve especies de tararira en la Argentina, y que...

...sí, usted lo adivinó...

...
NINGUNA ES HOPLIAS MALABARICUS!

Al parecer, H. malabaricus es otro más de esos fascinantes orgaismos que viven en SUrinam.

Este tema está siendo estudiado por el Dr Juan José Rosso y colaboradores.



Ya se imaginará el lector lo engorroso que hubiera sido ponerse a corregir esos errores en una época en que el número de especies conocidas ya era de cientos de miles. Además, ¿cómo informar a la comunidad científica de todas esas correcciones en una época en que no había internet, no había computadoras, no había televisión, la radio estaba en la cuna?

El Código internacional de nomenclatura zoológica establece que el primer propósito de la clasificación científica es la estabilidad; el segundo, la prioridad; el tercero, la claridad.

Eso se llama cortar por lo sano.

El que haya leído las otras páginas puede haber notado que se escribe Chrysomya con y griega, pero Cochliomyia con y griega seguida de i latina.

La palabra griega myia significa "mosca". Mu-ypsilon-iota-alfa. El nombre Chrysomy(i)a significa "mosca dorada". Pero por error quedó sin i latina (iota) al ser publicado, y el código dice que no se debe enmendar.

Es que hay cada historia...

Se podría escribir largo y tendido, pero no es este el lugar.

Señalemos, porque la gente lo pregunta a menudo, que no está bien visto que el científico que describe una especie le ponga su propio nombre. Eso se hizo alguna vez en el siglo diecinueve, pero créanme, es hacer un papelón, como decimos en el Río de la Plata.

Linné incluyó en su Species plantarum una bonita flor ártica/alpina que le habían dedicado, Linnaea borealis. Como los autores anteriores a Linné no se cuentan (cortar por lo sano), quedó Linnaea borealis Linné, 1753. Pero no es que Linné se haya dedicado el nombre a sí mismo. Habría resultado más afectado cambiarlo, en esas circunstancias.

Cuando uno le pone a una especie nueva el nombre de un humano, por lo general lo hace como homenaje.

Aquí donde me ven, con anteojos y todo, yo me he visto varias veces en ese caso. Encontré en la colección del British Museum ejemplares de una especie nueva para la ciencia procedente del Amazonas: se llamó Berosus batesi como homenaje a un naturalista que pasó años estudiando esas regiones. Mi especie Hemiosus fittkaui está dedicada a un entomólogo alemán de mérito, que además tuvo la gentileza de comunicarle a mi director de tesis el material de coleópteros acuáticos (que a él no le servía) de una campaña por la cuenca del Solimoes.

Hasta me han dedicado una especie a mí: Berosus olivae Queney, 2006. (Encontrado en la Guayana Francesa. Mide 2,6 mm de longitud.)


¿No es maravilloso? Tengo un bichito pardusco, patudo y de ojos saltones que lleva mi nombre.

Para la clasificación del Reino Animal visite mi otro sitio:

www.taxonomia.es.tl

Está en construcción :-)
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